Circular 2024.20 - Consejos para la buena convivencia entre padres e hijos
Tópicos de Enseñanzas - RGE 2024 - Consejos para la buena convivencia entre padres e hijos
31 de marzo de 2024
Publicado en 22 de septiembre de 2024
Queridos hermanos,
La Paz de Dios.
La constante evolución del mal en el mundo actual expone a nuestros hijos a sus manifestaciones, tornándolos vulnerables a la contaminación de sus buenas costumbres y generando gran preocupación en los siervos de Dios. Sabemos que nuestros niños frecuentan las escuelas desde muy pequeños, donde absorben una gran cantidad de conocimientos, tanto por la enseñanza que reciben como por la convivencia con otros niños.
Por esa razón, es necesario vigilar de cerca la formación de los niños, asumiendo la responsabilidad solemne de transmitirles las enseñanzas de las escrituras necesarias para la formación cristiana, estimulándolos a vivir una vida de oración, a temer a Dios, a apartarse del mal, instruyéndolos que somos forasteros en este mundo y que nuestro verdadero hogar está en el cielo. Se debe enseñar a los niños a asistir a los cultos y a las Reuniones de Jóvenes y Niños, así como al Espacio Infantil, donde se realiza la Reunión de Niños, exponiéndolos a la manifestación del Espíritu Santo y a la Palabra de Dios. Al hacerlo, mantendrán la fe y el amor al Señor en sus corazones, como nos enseña la Biblia:
“Y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesus." (2Tim. 3:15)
“Instruye al niño en su carrera; Aun cuando fuere viejo no se apartará de ella.” (Prov. 22:6)
En muchos casos, debido al poco espacio que poseen en sus hogares o a la pesada carga de trabajo de los padres, la única opción de ocio de los niños son algunos juguetes tradicionales o los dispositivos tecnológicos, como móviles y ordenadores. Ocurre que la evolución del mal en el tiempo presente es de tal magnitud que incluso estos juguetes y dispositivos pueden traer consigo el mal como es el caso, por ejemplo, en la mayoría de los juegos electrónicos y aplicaciones. Los juegos más comunes son aquellos en que el niño asume la posición de un luchador, simulando peleas corporales o armadas, en los que predomina la violencia, y hacen con que el niño se exponga constantemente a ese tipo de comportamiento, llevándolo a perder la sencillez del amor y cariño que recibe, volviéndole impaciente, agresivo e inconsecuente.
Es necesario que los padres estén atentos y vigilantes acerca de los contenidos que consumen sus hijos, sea a través de juegos, aplicaciones, videos o dibujos animados, eliminando todo aquello que sea contrario a las costumbres cristianas.
En cuanto a los jóvenes, es bien sabido que tanto en la escuela como fuera de ella, son el objetivo constante de informaciones que suelen generar conflictos en sus mentes, distorsionando los buenos principios adquiridos en el hogar y en la casa de Dios.
Como consecuencia, se aíslan y rechazan la proximidad de los padres, teniendo dificultades para comunicarse y hacerse entender, y a menudo, debido a la fase de transición que atraviesan, es habitual que tengan problemas de concentración siendo perjudicados en sus estudios. La facilidad de comunicación a través de los medios virtuales existentes hace que los adolescentes busquen ávidamente comunicarse con los demás, en algunos casos intercambiando mensajes y accediendo a las redes sociales a altas horas de la noche, comprometiendo los patrones de sueño saludables. Esta facilidad para comunicarse libremente a través de la internet les expone a peligros potenciales.
Los padres deben esforzarse por desarrollar un ambiente propicio al diálogo, para que los hijos no busquen a alguien de fuera para expresar sus deseos y sentimientos, y así protegerlos de las influencias pecaminosas y de la atracción por el mundo que proviene de la convivencia con personas inmorales, porque tenemos un mandamiento de la Palabra que dice:
“El que anda con los sabios, sabio será; Mas el que se allega a los necios, será quebrantado.” (Pro. 13:20)
La Biblia nos advierte:
“No erréis: las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres.” (1Cor. 15:33)
Aconsejamos a los padres que busquen mantener una vida matrimonial pacífica, recordando siempre que los frutos de justicia se siembran en la paz a los que en ella se ejercitan.
Evite desacuerdos ante los hijos, pues mismo con poca edad podrán guardar en su memoria momentos de desgaste y perjudicar el desarrollo emocional de niño y joven.
Cuando los padres viven en discordia, contiendas y agresiones verbales, están formando el carácter de sus hijos con ejemplos de reacciones agresivas, cuyas secuelas podrían aparecer durante la juventud. Sin embargo, si conviven pacíficamente transmitirán a sus hijos el verdadero carácter cristiano, por medio del amor, paciencia y cariño y transmitiéndoles, con su ejemplo de conducta, el conocimiento de las sagradas letras. Escribió el apóstol Pablo a los Efesios:
“Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos; sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor..” (Efe. 6:4)
El vivir en unión y en paz depende de los pequeños esfuerzos que nos enseña la santa escritura, pues si hay humildad, caridad fraterna, paciencia y temor de Dios en la pareja, estas divergencias serán superadas, dando lugar a una vida sana, tanto espiritual como terrena.
En cuanto a los jóvenes, sus mejores amigos deben ser sus padres. Para tanto, los padres deben buscar un relacionamiento de confianza y respeto con sus hijos, haciéndolos conscientes del verdadero amor que es el de Cristo, especialmente a través de un comportamiento verdaderamente cristiano, mostrando paciencia y cariño, pues, debido al período de transición que atraviesan, tienen dificultad en reconocer los conocimientos que sus padres poseen.
Sabemos que la sabiduría es don de Dios y todo consejo debe ser dado a la luz de Su Palabra, como está escrito:
“Las palabras de los sabios son como aguijones; y como clavos hincados, las de los maestros de las congregaciones, dadas por un Pastor.” (Ecl. 12:11)
La vigilancia de los padres debe ser constante, atentos incluso a los más pequeños señales de un posible desvío de conducta de sus hijos, pues es muy fácil practicar los males de hoy. Además de la curiosidad y predisposición naturales que poseen los jóvenes, son también grandes objetivos para el ataque de los agentes del mal, que, además de distorsionar los conocimientos adquiridos en la gracia de Dios, los inducen a cometer actos pecaminosos. Es nuestro deber instruirlos acerca de la corrupción moral y de la fornicación, que son grandes pecados delante de Dios, pues está escrito:
“Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es servidor de ídolos, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios.” (Efe. 5:5)
Siempre que sea posible, los padres deben reunirse con sus hijos para orar a Dios juntos, pues, así, muchos males serán evitados, además de conservar la paz en sus hogares.
Es de nuestro conocimiento que los hijos, incluso en la edad adulta, no olvidan los buenos consejos que recibieron de sus padres y también las enseñanzas de las Reuniones de Jóvenes y Niños, donde aprendieron a alabar a Dios, orar y conocer la verdad del Evangelio.
El amor a los hijos bajo la guía del Evangelio de Cristo asegurará que sean preservados de la corrupción, asegurándoles un futuro de paz en la gracia del Hijo de Dios.
Vuestros hermanos en Jesucristo,
Consejo de los Ancianos más Antiguos de Brasil