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Circular 2024.17 - Avivamiento Espiritual del Ministerio y de la Hermandad

Tópicos de Enseñanzas - RGE 2024 - Avivamiento Espiritual del Ministerio y de la Hermandad

31 de marzo de 2024

Publicado en 22 de septiembre de 2024

Queridos hermanos,

La paz de Dios.

Hay una gran preocupación por el futuro de la obra de Dios, teniendo en cuenta las condiciones espirituales en que vivimos y la evolución de las tendencias que influyen en la vida de las personas, alejándolas cada vez más de Dios, aunque se hable constantemente de Él.

De hecho, hay honor en sus labios, pero su corazón está cada vez más alejado del Señor, buscando mayor satisfacción en la vida mundana que en su deber de consagrarse a Dios para la salvación.

Los predicadores de la Palabra, a causa de las expectativas circunstanciales que permean la vida de las personas, se sienten obligados a llevar al pueblo consolación, alegría y esperanza en cosas tangibles, en lugar de consejos y enseñanzas que provoquen en el pueblo la percepción de la verdadera realidad espiritual que proviene del Evangelio de Cristo.

Espiritualmente, y en el ejercicio del ministerio de la Palabra, vivimos un momento difícil; de un lado necesitamos llevar consolación al pueblo que vive aflicciones, y por otro lado, debemos llevar a todos el pleno conocimiento de la verdadera gracia del Hijo de Dios.

Consideremos la conclusión a la que llegó Salomón, cuando en su meditación refiriéndose a la Palabra, escribió:

“Procuró el Predicador hallar palabras agradables, y escritura recta, palabras de verdad. Las palabras de los sabios son como aguijones; y como clavos hincados, las de los maestros de las congregaciones, dadas por un Pastor.” (Ecl. 12:10 e 11)

De hecho, la consolación y la alegría del pueblo también son nuestras, pero si somos guiados por el Espíritu de Dios, ciertamente cumpliremos nuestro deber ante Dios y al pueblo con sabiduría e inteligencia.

Cuando el Señor ordenó al rey Ezequías que escribiera cartas al pueblo y enviara a sus mensajeros para invitar al pueblo a volver al Señor, muchos se burlaron y se rieron de ellos, sin creer lo que les anunciaban:

“Hijos de Israel, volveos al Señor, el Dios de Abraham, de Isaac, y de Israel, y él se volverá a vosotros, el remanente que ha quedado de la mano de los reyes de asiria. No seáis como vuestros padres y como vuestros hermanos, que se rebelaron contra el Señor, el Dios de sus padres, y él los entregó a desolación, como vosotros veis.” (2 Cron. 30:6 e 7)

He aquí la preocupación por la corrupción de las costumbres cristianas, como la infidelidad conyugal, la intolerancia y la violencia familiar, que culminan en agresiones verbales, morales e incluso físicas entre los cónyuges, y de padres contra hijos e hijos contra padres, generadas por la falta de estructura espiritual, que pueden llevar a graves consecuencias, como inmoralidades, lascivia y pecados virtuales, así como adicciones, sea a juegos de diversa índole, incluido el de azar.

Actualmente, el hombre se sobrecarga de ocupaciones como vanidades carnales y espirituales, entretenimientos y distracciones, en lugar de congregarse y alimentar su alma con la Palabra de Dios. La carencia de espiritualidad y de vigilancia por parte del pueblo facilita la adopción de estas costumbres del mundo actual, que se absorben de forma sutil.

Así pues, temamos que el enfriamiento de la Iglesia que ha ocurrido en los siglos pasados se repita en nuestros días. Poco después de la primera dispensación del Espíritu Santo, hubo una gran lucha establecida por la oposición sistémica del adversario, que pronto se manifestó a través de gobiernos humanos que dejaron de lado la simplicidad de la gracia a cambio de un nuevo evangelio. Nacieron líderes religiosos, falsos apóstoles y profetas, profesando herejías que, por vanidad, atraían al pueblo hacia sí, desviándolo del verdadero Evangelio y llevándolo a extinguir el Espíritu Santo, y pronto la Iglesia se dividió. En ese tiempo, ya al final de sus días, el apóstol Juan, en su tercera epístola, se quejaba de Diótrefes que no los recibía, buscando tener primacía entre ellos.

A los remanentes, que eran fieles, empezaron a sufrir persecuciones con encarcelamientos y martirios. Pablo quedó decepcionado con el hecho de que los hermanos de Galacia hubieron abandonado el Evangelio de la gracia de Cristo que se les había presentado, por un Evangelio distorsionado, que no era otro Evangelio, sino que se enseñaba con interpretaciones equivocadas.

Así, caminó la iglesia bajo los efectos de las persecuciones, que trajo grandes sufrimientos y muerte a los fieles.

Cuántos siglos han pasado y la Iglesia no ha sucumbido, permaneciendo firme en la fe, haciendo frente a la oposición de la falsamente llamada ciencia predicha por el apóstol Pablo.

La sencillez del Evangelio de Cristo puede perderse poco a poco a causa de los deseos de los hombres, pues algunos se aplican al conocimiento teológico para obtener beneficios financieros; otros para engrandecerse mediante la vanidad humana, buscando la gloria temporal. En muchos lugares, vemos luchas y disensiones debido al deseo de dominar.

Hay también los que se proyectan con su carisma y sus gracias, sin enseñar al pueblo a abstenerse de las obras que Dios rechaza.

Quien así se comporta se aleja de Dios y mina la auténtica obra de Cristo.

Recordémonos de lo que está escrito, conforme abajo:

“¡Ay de ti, tierra, cuando tu rey es muchacho, y tus príncipes comen de mañana! ¡Bienaventurada tú, tierra, cuando tu rey es hijo de nobles, y tus príncipes comen a su hora, por refección, y no por el beber!” (Ecl 10:16 e 17)

Los que buscan entender el tiempo en que vivimos a la luz de la Palabra de Dios, se darán cuenta de que, al igual que en el pasado, la dispensación de los dones del Espíritu Santo a los que buscan a Dios con sinceridad es notable en los días actuales. Vivimos en un período de gran manifestación del poder de Dios, y somos testigos de sus hechos milagrosos, tanto de naturaleza espiritual como de las grandes obras maravillosas que contemplan nuestros ojos.

A nuestro Dios, por Jesucristo, sea todo el honor, alabanza y gloria por todos los siglos.

Vuestros hermanos en Jesucristo,

Consejo de los Ancianos más Antiguos de Brasil