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Circular 2024.15 - La importancia del ayuno como ejercicio de la fe cristiana

Tópicos de Enseñanzas - RGE 2024 - La importancia del ayuno como ejercicio de la fe cristiana

31 de marzo de 2024

Publicado en 22 de septiembre de 2024

Queridos Hermanos,

La Paz de Dios.

El ayuno es un ejercicio de la Fe Cristiana, lo cual, en la práctica, es la abstención de alimentos por un cierto periodo de tiempo -tiempo determinado únicamente por el creyente- entre Dios y él. Al practicarlo es preciso tener cuidado para no exceder el límite de la capacidad física del propio organismo a punto de transformarse en un problema de salud. Aconsejamos a los hermanos que son portadores de alguna enfermedad, para que sean cuidadosos y analicen primero si pueden o no dedicar ese tiempo para este tipo de consagración sin sufrir alguna consecuencia como resultado del ayuno. Se debe considerar con seriedad, en el caso de que su organismo esté debilitado.

El ayuno nunca debe ser visto como un sacrificio -el último sacrificio exigido por la Leí fue cumplido por Jesucristo en la cruz- pero sí, como una forma de humillación temporaria y voluntaria de nuestro cuerpo físico.

Es recomendable que tengas cuidado de no manifestar deliberadamente a la gente que te abstienes de comer (a excepción de tu propia familia, a la que no hay manera ni motivo para ocultarlo), conforme podemos tener conocimiento por la lectura del Evangelio:

“Y cuando ayunáis, no seáis como los hipócritas, austeros; porque ellos demudan sus rostros para parecer a los hombres que ayunan: de cierto os digo, que ya tienen su pago.” (Mat 6:16)

La finalidad primordial del ayuno es esencialmente espiritual y busca tornar el cristiano más próximo de Dios, llevándolo así a una mayor consagración y perfeccionamiento en la búsqueda de la santificación personal. Por tanto, su práctica puede ser de gran valor en la vida cristiana, existiendo testigos en las Sagradas Escrituras de obras magníficas logradas con la ayuda de este expediente, tal como en el caso de Cornelio, a quien el Señor envió unángel para hablarle después de un tiempo de ayuno y oración, como podemos testificar leyendo el libro de los Hechos de los Apóstoles:

“Entonces Cornelio dijo: Cuatro días a que a esta hora yo estaba ayuno; y a la hora nona estando, orando en mi casa, he aquí un varón se puso delante de mí en vestido resplandeciente; Y dijo: Cornelio, tu oración es oída, y tus limosnas han venido en memoria en la presencia de Dios.” (Hch 10:30 y 31)

El ayuno, cuando se realiza en armonía con nuestros sentimientos para con Dios, es poderoso para combatir las fuerzas del mal y es una arma eficaz para derrotar -bajo oración- ciertas castas de demonios, como enseñó el Maestro relatado en los Evangelios:

“Mas estos tipos de demonios no se expulsan sino por la oración y por el ayuno.” (Mat 17:21 e Mar 9:29)

Bien sabemos que las huestes espirituales de la maldad nunca cesan de conspirar contra el pueblo de Dios, razón por la cual el ayuno y las santas oraciones son armas poderosas contra este mal.

Nuestro Maestro afirmó que sus discípulos deberían de ayunar cuando Él les fuera quitado por la muerte de cruz, haciendo evidente esta enseñanza entre sus seguidores, como podemos confirmar leyendo los evangelios:

“Y Jesús les dijo: Pueden ayunar los que están de bodas, cuando el esposo esta con ellos? Entre tanto que tienen consigo al esposo no pueden ayunar; Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado: entonces ayunarán en aquellos días.” (Mar 2:19 y 20 y Luc 5:35)

Los santos hombres del pasado practicaban el ayuno para dar cumplimiento a sus misiones, como se puede verificar en el libro de los Hechos de los Apóstoles:

“Ministrando pues estos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra para la cual los he llamado. Entonces habiendo ayunado y orado, e imponiendo las manos sobre ellos, despidiéndolos.” (Hch 13:2)

En el libro de los Hechos se lee:

“Y pasado mucho tiempo, y siendo ya peligrosa la navegación, porque ya era pasado el ayuno. Pablo les amonestaba.” (Hch 27:9)

Nuevamente, podemos verificar esta práctica, narrada en la segunda epístola del apóstol Pablo a los Corintios:

“En trabajo y fatiga, en muchas vigilias, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez.” (2Cor 11:27)

Por eso, con base en las palabras explicadas anteriormente, enseñamos a la hermandad y al ministerio en general la importancia del ayuno, para aquellos que están interesados en una mayor consagración a Dios en estos días difíciles.

Hacemos esto, recomendándole que el hecho de este consejo no figure como una imposición o un rito obligatorio, sino una elección libre y espontánea.

Vuestros Hermanos en Jesucristo,

Consejo de los Ancianos más Antiguos de Brasil