Circular 2024.13 - Fruto del Espíritu y Buenas Obras
Tópicos de Enseñanzas - RGE 2024 - Fruto del Espíritu y Buenas Obras
31 de marzo de 2024
Publicado en 22 de septiembre de 2024
Queridos hermanos
La Paz de Dios.
El actual consejo nos recuerda el deber que tenemos de dar frutos para honra y gloria a Dios. El fruto del Espíritu nos lleva a la santificación, y por ella son realizadas las buenas obras que agradan a Dios.
Antes que el Señor Jesús se diera a conocer por el pueblo, Juan el Bautista ya predicaba en el desierto anunciando el bautismo de arrepentimiento, diciendo:
“Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.” (Mat 3:2)
Y luego del bautismo dijo:
“Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento;” (Mat 3:8)
“Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.” (Mat 3:11)
Los que fueron bautizados en el bautismo de Juan el Bautista no conocían al Espíritu Santo (Hechos 19:4), porque Él aún no había sido enviado, lo que sólo ocurrió después del regreso del Señor Jesús al cielo. Así, entendemos que el fruto del Espíritu en la vida de los que fueron bautizados por Juan sólo se manifestó después que recibieron el Espíritu Santo enviado en la primera dispensación, en el día de Pentecostés.
Cuando, en Jerusalén, escucharon hablar de que en Samaria recibieron la Palabra de Dios, enviaron para allá Pedro y Juan, que oraron para que recibiesen el Espíritu Santo, porque aún ninguno de ellos había manifestado, porque solamente eran bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces, les impusieron las manos y recibieron el Espíritu Santo.
Pablo escribió a los romanos:
“Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia. ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.” (Rom. 6:20 a 22)
Pablo en su epístola, escribió a los Gálatas: “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.” (Gal. 5:16), pues el fruto del Espíritu es producido por la acción del Espíritu Santo en la vida de la persona y eso ocurre cuando ella cree en el Señor Jesús y Lo acepta como su Salvador, convirtiéndose en una nueva criatura. Las señales de esa nueva vida aparecen por el fruto que produce, cuyas virtudes son: amor, gozo, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza (Gal.. 5:22). Así, el fruto del Espíritu nos lleva a la santificación.
BUENAS OBRAS QUE AGRADAN A DIOS
Las buenas obras que agradan a Dios son provenientes de la santificación, sin la cual nadie verá a Dios, pero la salvación es por la fe y gracia del Señor Jesús.
El hombre, por su naturaleza y consciencia, sabe cuáles son las buenas y las más obras, por el origen de Adán, cuyo pecado le hizo conocer el bien y el mal. Así, el ser humano ya nasce destituido de la gloria de Dios, bajo la condenación del pecado. Por esto, Pablo les escribió a los romanos así:
“Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.” (Rom. 3:23)
Y, aún:
“Como está escrito: No hay justo, ni aún uno; No hay quién entienda, No hay quién busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles. No hay quién haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.” (Rom. 3:10 a 12)
Entonces, las buenas obras que el pecador puede hacer son oriundas de su consciencia, pues sabe naturalmente hacer el bien o el mal. Veamos lo que dijo Jesús:
“Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” (Mat. 7:11)
Esas buenas obras no tienen poder de salvación. No es necesario alcanzar la fe y gracia del Señor Jesús para practicar esas buenas obras, visto que tanto esas buenas obras, cuánto las malas obras son de sentimientos humanos.
Un hombre malo, por ejemplo, es capaz de hacer buenas obras para sus hijos, así como, también, es posible realizar una labor filantrópica, pero con motivos distintos del propuesto por Dios, como para su propia vanagloria o reconocimiento de la sociedad. Como dice la Escritura:
“Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.” (1 Cor. 13:3)
Mas las buenas obras en las cuales debemos andar, según la Palabra, son aquellas que provienen de la gracia transformadora, que se alcanza por la fe, pues por la fe se puede agradar a Dios. Así como escribió Pablo:
“Para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de Su gracia en Su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por las obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” (Efe. 2:7 a 10)
Así, esas buenas obras no son la causa da nuestra salvación, pero son el efecto de ellas. Por eso, no practicamos las buenas obras para salvación, pero las practicamos porque somos salvos por la fe en Jesucristo.
El apóstol Santiago escribió que la fe sin obras es muerta en si misma (Santiago 2:17). Así, las verdaderas buenas obras no son aquellas que están cargadas de buenas intenciones humanas, pero son aquellas que están vestidas da la justicia de Cristo, pues Él es el Autor y consumador da nuestra fe. No se debe practicar buenas obras de misericordia esperando alabanza de los hombres, pues eso es hipocresía delante de Dios (Mat. 6:2).
Nadie se engañe pensando que la práctica de buenas obras sociales y otras bondades es la razón de salvación. Sin embargo, las buenas obras producidas por la fe, fruto de la santificación, son fruto del Espíritu y dan testimonio de nuestra comunión con Dios. La salvación es por la gracia del Hijo de Dios, independientemente de los méritos que el hombre pueda tener.
Vuestros hermanos en Jesucristo,
Consejo de los Ancianos más Antiguos de Brasil